Monday, January 16, 2006

Preguntas tontas, conversación de besugos

Hablar por hablar, sin nada que decir o aportar es una gilipollez, si no tienes nada interesante en tu coco, mejor cierra el pico. Aunque puedas pensar "joder Julman, esto a veces lo digo y quedo como un campeón", pues no, error, la misma frase en situaciones diferentes puede aportar valor o no a la conversción. Por ejemplo, "¡Qué frio hace estos días!¿no?", si lo dices cuando comienzas la conversación te sirve para romper el hielo, nunca mejor dicho, pero si lo haces cuando llevas media hora con esa persona y no sabes que más decir, pues quedas como un insustancioso que fuerza las conversaciones hasta límites inhumanos.
El fin de la comunicación es transmitir información, y si no lo tienes, ya sabes lo que toca. Las mucosidades que cuelgan de mi nariz me indican que ahora si que ha llegado el invierno; los anuncios de juguetes en la tele me avisan que la fiebre consumista de la Navidad está próxima; un viernes no es necesario recordarme que ya se acerca el fin de semana, ya que de bien pequeño aprendí que después del viernes viene el sábado y después el domingo, y que sábado y domingo juntos forman el ansiado fin de semana, y sí, tengo unas ganas locas que llegue, ni lo dudes una micronésima de segundo. No te esfuerces en demostrar contínuamente que el ser humano es un animal social con tu insulso palique. Pero si a pesar de esto quieres ser un tio ramplón y sin originalidad no dudes en recurrir a otros clásicos de la nadería como "hay que ver la juventud de hoy en día...", los precios de todo en general y la vivienda en particular, las competiciones deportivas (este sólo entre machos, unga unga), los cotilleos, el estado de la ética en nuestra sociedad (ups, este se me ha colado, ¡cáspita!), o el siempre resolutivo "¿qué tal la familía?".
Espero que con estas reflexiones se reduzcan los gañanes que atentan contra la integridad mental.

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